Mi elección ha sido el reconocido libro ATMÓSFERAS de Peter Zumthor que recibió el premio Pritzker en 2009.
La magia de este libro reside en ampliar el potencial de los materiales a niveles ya no físicos, sino el material que siente, que evoca, que padece, el material que no tiene límites.
En nueve capítulos, más tres resumen, Zumthor indaga sobre las cualidades ‘organolépticas’ de los materiales en ambientes que denomina Atmósferas.
Éstas atmósferas son envolventes de sensaciones que vienen dadas por diferentes parámentros, que son diferentes en cada uno de nosotros, hay que dejar fluir las emociones e influye el estado de ánimo.
La realidad arquitectónica no es más que el hecho de que un edificio te conmueva. Considerar a la arquitectura como cuerpo, no la idea de cuerpo, si no el cuerpo, un cuerpo que me puede tocar.
La robustez del armazón formal de un edificio viene dado por los materiales utilizados en él, que para que funcione, éstos deben vibrar conjuntamente.
Zumthor va más allá en su tratamiento de los materiales preguntándose por aspectos tan trascendentales como cómo sonará el edificio cuando camine por él, habla de una arquitectura lenta y sosegada, que tiene como resultado la propia capacidad de sorprender al arquitecto una vez finalizada la obra.
En sus maravillosas Termas de Vals en Suiza, Zumthor añade dos nuevas atmósferas que son las de conducción y las de seducción. Es el propio espacio el que te guía llevándote por él, con diferentes ritmos y pulsaciones que inducen a la persona a estacionarse o continuar por el espacio.
En definitiva, proyectar no es rellenar un espacio con diferentes programas sino que hay que preguntarse por cuestiones que son las que harán que nos emocionemos cuando contemplemos el resultado final.
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